TRANSMISIONES EN AUDIO DE LOS CULTOS

domingo, 30 de junio de 2013

¡CRISTIANOS!, POR PRIMERA VEZ

O seguimos las huellas de Cristo, o traicionamos nuestro propio nombre

Hechos 11:26


Una palabra de los Hechos de los Apóstoles nos emociona hasta hacernos casi  llorar... Ha estallado en Jerusalén la primera persecución contra la Iglesia naciente, a  raíz de la muerte de Esteban. Se dispersan los discípulos, y empieza a difundirse el Evangelio entre las sinagogas judías del Asia Menor. Pero algunos discípulos, más  audaces, llegan a Antioquía y predican a los gentiles el nombre del Señor Jesús.

ANTIOQUÍA DE SIRIA
Antioquía, en Siria, era en población y en importancia la tercera ciudad del Imperio, después de Roma y Alejandría. En ella se funda la primera Iglesia entre los paganos, y va a jugar un gran papel en la difusión del Evangelio.
Se enteran los Apóstoles en Jerusalén, y encomiendan a uno, bien significado, esta misión delicada:
- Bernabé, marcha a Antioquía, e investiga a ver qué pasa allí.
Llega el enviado de los Apóstoles, ve las cosas, y no sale de su admiración:
- Pero, ¿cómo es posible tanta gracia de Dios aquí? ¿Y cómo se han multiplicado tanto los discípulos del Señor?
Los creyentes, a su vez, se sentían felices:
- ¡Gracias, porque los Apóstoles del Señor te han enviado a nosotros! Te llamas  Bernabé, que significa “consuelo” y “exhortación”. ¡Y cómo nos consuelas y cómo nos animas!
Los creyentes van creciendo y multiplicándose, y Bernabé tiene un gesto de consecuencias enormes. Marcha a Tarso, donde está el convertido Saulo:
- ¡Pablo, vente, vente conmigo! Vamos a Antioquía, que allí nos espera una gran labor.
Todo un año se pasan los dos en esta Iglesia, predicando, animando a todos. Y, ante  la noticia de que los hermanos de Jerusalén son víctimas del hambre que se ha echado  por toda la Judea, estos discípulos de Antioquía hacen una gran colecta, y mandan con ella a Bernabé y Pablo hasta Jerusalén.
Lo entregan todo a los Apóstoles, diciéndoles con gozo:
 - Tomad esta muestra de amor de los cristianos de Antioquía.
- ¿Cristianos? ¿Qué es eso de Cristianos?...
- ¡Sí, Cristianos! Así nos han empezado a llamar los paganos en Antioquía, porque no sabían qué nombre darnos. Y, por seguir a Jesús, se nos quedó el mote…

SER CRISTIANO
Para algunos, ser “cristiano” es primariamente cultural y tradicional, un título nominal heredado de una generación previa, el efecto previo que implica evitar ciertos comportamientos y asistir ocasionalmente a la iglesia.
Para otros, ser cristiano es principalmente algo político, una búsqueda para defender valores morales en la plaza pública. No obstante muchos definen el cristianismo en términos de una experiencia religiosa pasada, una creencia general en Jesús o un deseo por ser una persona buena. Sin embargo, todo esto cae lentamente y muy por debajo de lo que realmente significa ser cristiano desde la perspectiva bíblica.

Que alguien le llamara “cristiano” (en griego, Christianoi) era que le identificaban como discípulo de Jesucristo y lo asociaban con El como su seguidor. De modo similar, los de la familia de Cesar se referían a ellos mismos como Kaisarianoi, los cristianos, en cambio, no daban su lealtad suprema a Roma o a cualquier otro poder terrenal sino que toda su dedicación y adoración estaban solamente reservadas para Jesucristo.

Por esto, SER CRISTIANO, EN EL SENTIDO REAL DEL TÉRMINO, ES SER SEGUIDOR INCONDICIONAL DE CRISTO.

CRISTIANO, ES LA COSA MÁS HONORABLE QUE SE PUEDE SER EN ESTE MUNDO.
CRISTIANO, ES EL NOMBRE QUE CON MÁS ORGULLO SE PUEDE PRONUNCIAR. Lo que comenzó como un ridículo pronto se convirtió en una insignia de honor.
CRISTIANO, ES EL SELLO QUE MARCARÁ NUESTRO FÉRETRO GLORIOSO EN NUESTRO ÚLTIMO DÍA.
CRISTIANO ES, SIN EMBARGO, EL TÍTULO MÁS COMPROMETEDOR QUE OSTENTAMOS. O seguimos
Las huellas de Cristo, o traicionamos nuestro propio nombre.


Cuando nosotros nos llamamos cristianos, proclamamos al mundo que todo sobre nosotros, incluyendo nuestra identidad personal misma, se cimenta en Jesucristo porque nos hemos negado a nosotros mismos para seguirlo y obedecerlo. Él es en tanto nuestro Salvador como nuestro Soberano y nuestras vidas se centran en agradarlo a Él. Profesar el título es decir como el apóstol Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” Filipenses 1:21; 1Pedro 4,16.

domingo, 2 de junio de 2013

HABLA LA TIERRA

(Lucas 8:4-15)
Un sembrador salió a sembrar...   El que tenga oídos para oír, que oiga.
YO SOY LA TIERRA DE JUNTO AL CAMINO.
Por mucho tiempo me han pisoteado. No puedo pensar en Dios. De hecho no puedo pensar en casi nada.  Mi corazón es duro porque duro me ha tocado vivir. Mi corazón está encallecido por el maltrato que se le ha dado. Sólo conozco lo duro de la vida. Estoy compuesto de capas y capas apretadas una sobre otra, compactadas por años de ser pisoteado por la gente.  Conozco la violencia. Es mi lenguaje. ¿Alguien quiere pelear? Seguro se llevará una sorpresa de mi bravura. Aunque hay días en que ni siquiera pelear me interesa. Siento que no valgo nada, porque ese es el mensaje que me han dado por mucho tiempo, y he terminado por creerlo yo también.  ¿La Palabra de Dios? ¡Qué buen chiste! Ahora cuéntame uno de vaqueros. Dios vive en Disneylandia, como un personaje más de los que para velos hay que pagar bastante dinero. No existe la esperanza, ni la alegría, ni la justicia ni la bondad. Todo lo que hay es un horrible hoyo oscuro, en donde no hay nada, sólo lo negro. Sólo tinieblas. Esa es la realidad.


YO SOY LA TIERRA DE SOBRE LAS PIEDRAS.
¡Me encanta tu combinado! Estuve a punto de comprarme uno parecido en Nueva York (¿o fue en Paris?) no me acuerdo.
Pero precisamente no lo compré porque pensé: “seguramente ya se está vendiendo en Monterrey y ya me lo chotearon.”
Esto de Dios no sabes cómo me fascina. De que todos mis amigos andan en esto. La semana pasada me invitó “la Chacha” Jones a una reunión. De que ¡Fue todo mundo! Y la música estuvo sensacional. Sentí un calorcito muy rico que me encantó. Además ahí estaban todos mis amigos y esto de Dios me fascina un chorro. ¿Sabes cómo? Nos hablaron de Dios y de cómo Dios quiere bendecirnos tanto y darnos tanta prosperidad. Eso sí que me gustó, porque eso es lo más importante, la prosperidad. Voy a seguir yendo mientras me hablen así. ¿Quién quiere ser mártir? Todos preferimos la seguridad, y que no se ponga difícil la vida. He oído también que el Feng Shui es buenísimo. Y también la Dianética, los cuarzos y las piedras. Es mejor navegar dejándose llevar por el viento en un lindo velero. ¿Les platiqué que tengo dos? No sé, estoy a punto de comprarme otro. Ay, Dios ayúdame...

YO SOY LA TIERRA ENTRE ESPINOS.
No sabes cuánto nos parecemos tú y yo. Aquí estamos presentes en cuerpo, pero nuestra mente está en otra parte. Estamos nerviosos por otras cosas afuera. ¡Hay tanto de qué preocuparse!  El equipo ganó ayer, sí, pero ¿y si pierden la próxima semana? Hay que apoyarlos. ¿Que es solo un juego? No, hombre. No es así. Hay mucho dinero metido.  ¿Cómo le voy a hacer para pagar el gas? Ahora sí que se nos vino la cuesta de enero hasta febrero. Pero con este frío, ¿cómo no íbamos a prender el calentador? Y ahorita viene el platillo de las ofrendas, pero Dios, ¿cómo quieres que presente ofrendas, y de dónde voy a sacar para el gas? Seguro me lo van a cortar.  Sí, yo he creído la Palabra, y no soy superficial como el que acaba de pasar. A mí las riquezas no me distraen simple y sencillamente porque no las tengo. Pero cómo me gustaría tenerlas... Los placeres de la vida no son problema para mí, aunque en el fondo, ¡cómo quisiera que fueran! Que mis preocupaciones fueran otras. El chiste es estar preocupado.  Sí, ya logramos pagar y salir de un compromiso, pero ¿cómo le vamos a hacer para pagar el que sigue? 

YO SOY EL BUEN TERRENO.
En mí cayó la semilla y germinó, echando raíces extendidas y profundas. La verdad no sé qué pasó. Yo no estaba aquí. Yo me identificaba en otro lado. No sabía que yo era buen terreno. Mucho tiempo estuve junto al camino, pisoteado por la vida. Pero la vida da muchas vueltas. De pronto hubo cambios. Los dueños de las tierras cambiaron los rumbos de los caminos, y metieron el arado para quebrar mi dureza. No sabía que yo era buen terreno. Yo era tierra que estaba sólo por encimita de las piedras, pero el viento sopló y me levantó de ahí. La lluvia me arrastró y vine a dar aquí. Cambié. No sé qué pasó. La vida me llevó a otros lugares.  No sabía que yo era buen terreno. Lo último que recuerdo es que había cardos y espinos a mi alrededor. Me ahogaban. No me dejaban respirar ni ver la luz. Pero algo pasó. No sé qué fue. Una mano que arrancó los espinos y desarraigó las hierbas y malezas. No sé porqué me dicen buen terreno. Yo he sido duro, superficial, cobarde, nervioso, distraído. Pero es que la vida se encarga de cambiar las cosas, y ahora estoy aquí. Sin embargo de nada sirve que ahora mi corazón esté dispuesto si no viene de arriba la semilla. Yo por mí mismo no produzco nada que valga la pena. La cosecha no sale de mi interior ni de mis recursos. Es necesario que caiga en mí la semilla de arriba. Por más bueno y noble que sea mi corazón, no lograré jamás dar fruto abundante sin la semilla de la Palabra que el sembrador ha de arrojar


Es decir, que nuestros esfuerzos por ser muy buenos quedan todos cortos y estériles si no recibimos de arriba, del cielo, de Dios, la palabra que viene a nosotros como una semilla. Esa Palabra es JesuCristo, semilla pequeña que ha sido lanzada desde arriba hacia nosotros.  Por eso, por más buen terreno que pensemos que somos, no somos nada sin Cristo. La parábola del sembrador no nos determina para siempre como el tipo de suelo que somos. No podemos voltear a los demás y juzgarles con orgullo diciendo “¡Qué suelo tan superficial, deberían todos ser como yo, el buen terreno!” Sabemos que vivimos en un mundo que da muchas vueltas, y que las cosas cambian. Por eso, hay que buscar a Dios mientras puede ser hallado, y llamarle ahora en tanto que está cercano...Que caiga la semilla de la Palabra hoy y aquí. Que nada la detenga de dar su fruto abundante entre nosotros. Dios, tenemos oídos y queremos oír. Habla tu Palabra de vida que es JesuCristo. Aun si ahora no da la respuesta que deseas, que eso no te detenga de sembrar. Tal vez ahora ya no somos tierra compactada y encallecida en la que el enemigo se lleva la Palabra, y tal vez ahora ya no somos tierra sobre piedras, superficial, y ya no somos tierra entre espinos, ahogados por las preocupaciones. Pero no dejes de decir la Palabra, Señor. Que caiga otra vez tu semilla del cielo. Porque antes éramos otro tipo de tierra, y ahora queremos dar buena cosecha.

El que tenga oídos para oír, que oiga...      

jueves, 21 de febrero de 2013

GANAMOS, GANAMOS, GANAMOS


GANAMOS, GANAMOS, GANAMOS
¿Cuáles son las únicas tres cosas que pueden pasar cuando compartimos nuestra fe?
1.       La persona puede recibir a Cristo
2.       Puede rechazar a Jesucristo
3.       Podemos sembrar una semilla
Después de hablar de cada una de las posibilidades, se me ocurre una gráfica similar a esta:
ACEPTACIÓN
SEMILLA PLANTADA
RECHAZO
BUENO
GANAMOS
BUENO
GANAMOS
MALO
PERDIMOS
Determinemos que aceptar a Jesús es una buena situación, plantar la semilla es una buena situación y rechazar el evangelio es una mala situación.
Otra forma de verlo es que aceptar a Cristo es una situación en la que ganamos, plantar la semilla es otra situación en que ganamos y el rechazo es la situación en que perdemos.
Concluimos entonces, que el sesenta y seis por ciento de las veces que compartimos nuestra fe es una situación de ganancia. ¿Son buenas probabilidades? Dos-tercios de las veces que compartimos nuestra fe, literalmente, ¡no perdemos!
El mayor temor que la gente dice tener acerca de predicar el evangelio es el temor a ser rechazado.
Nunca imaginé que estos versículos cambiarían el resto de mi vida. Estaba sentado en el muelle junto al lago cuando Dios habló a mi corazón en una forma que nunca antes lo había hecho. Leía 1 Pedro 4:14, que dice:
Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado”.
Piénsalo por un momento. Si en algún momento nos rechazan en el nombre de Jesús, seremos bendecidos y la gloria de Dios descansará sobre nosotros. Si pudieras tener la gloria de Dios resplandeciendo sobre ti y reflejarla a otros, ¿no te gustaría hacerlo? ¡Todos querríamos que eso fuera posible! Una de las formas en que eso puede suceder es cuando nos rechazan en el nombre de Jesús.
Dios no había terminado de hablarme todavía. Lucas 6:22-23 dice:
“Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón  es grande en los cielos, porque así hacían sus padres con los profetas”.
¿Te das cuenta que cuando te rechazan, Dios tiene recompensas aguardándote en el cielo que van a hacer que cualquier recompensa que puedas recibir en la tierra parezca poca cosa? Eso es verdaderamente asombroso.
Unos jóvenes universitarios, decidieron salir a evangelizar. Después de no obtener respuesta en ocho casas, se empezaron a desanimar y consideraron abandonar e intentarlo otro día, pero recordaron cuál era su recompensa en el cielo y siguieron. A la puerta de la novena casa se encontraron con un hombre sentado en su silla mecedora con una cerveza en la mano. Cuando empezaron a conversar con él, rápidamente les explicó que estaban desperdiciando su tiempo. Ante la pregunta de por qué hablaba de esa forma, él respondió: “Porque no hay forma de que Dios pueda perdonarme todos mis pecados”.
Les explicó que mientras estaba en Vietnam su misión era entrar a pueblos y aldeas de forma repentina y matar indiscriminadamente a mujeres y niños.
Los jóvenes comenzaron a mostrarle el amor de Dios. Le hablaron del pecado y de la sangre purificadora de Jesús. Cuarenta y cinco minutos más tarde el hombre dijo: “Realmente necesito a este Jesús del que están hablando”.
Después de la oración el hombre les dijo: “!Tengo ganas de leer mi Biblia! ¡Me siento como que quiero ir a la Iglesia! Es lo que quiero hacer”.
¡Qué maravillosa historia! Pero ¿Qué habría pasado si estos jóvenes hubieran abandonado la misión como pensaban hacerlo minutos antes? ¿Qué habría pasado si les hubiera importado más el rechazo que experimentaron que las recompensas del cielo?
Había dicho algo que no era cierto. Había dicho que tenemos una probabilidad de ganar dl sesenta y seis por ciento cuando compartimos nuestra fe. Ahora conocemos estos versículos y veamos cómo cambia nuestra gráfica:
ACEPTACIÓN
SEMILLA PLANTADA
RECHAZO
BUENO
GANAMOS
BUENO
GANAMOS
BUENO
GANAMOS

En la Palabra de Dios aprendimos que cada vez que compartimos nuestra fe estamos en una situación en la que ganamos. No tengo que preocuparme porque el diablo me quiera convencer de no testificar porque la Palabra de Dios dice que no puedo perder haciéndolo. ¡Ganamos cada vez que lo hacemos!

'Lo Único Que No Podrás Hacer En El Cielo', Mark Cahill

miércoles, 30 de enero de 2013

RETO para las siguientes 3 semanas*

Los hábitos nos construyen o nos destruyen. Es más, nuestras vidas son el producto de los hábitos diarios que formamos. Las investigaciones dicen que se necesitan veintiún días para formar un hábito. Tómate las siguientes tres semanas para ayudar a establecer estos tres hábitos en tu vida y para que veas como creCE tu caminar con Dios.

1. Cada mañana, o durante el desayuno, lee un capítulo de Proverbios. Para cuando hayas terminado de comer, es fácil que hayas leído un capítulo.

2. En este capítulo, descubre un versículo que te resulte relevante de verdad. Anótalo en un pedazo de papel o en una ficha de 7 x 12 y llévalo contigo a donde vayas.

3. Cada vez que encuentres un momento en el que no puedas hacer otra cosa (como quedarte atascado por el tránsito cuando estás en transporte escolar), saca la ficha y medita en el versículo.

A medida que te comprometas con estros tres sencillos hábitos, crecerás con rapidez ;)

viernes, 7 de septiembre de 2012

¿QUE SIGNIFICA HONRAR A NUESTROS PADRES EN NUESTROS DIAS?



Ø  Ayuda saber que en el idioma hebreo, la lengua original de este mandamiento, “honrar” (Kabad) a nuestros padres es reconocer que son personas enriquecidas de valor y personas de importancia.
Ø  En el Antiguo Testamento, honrar a los padres se consideraba algo tan sagrado y solemne como la observancia misma del santo sábado. Levítico 19:3 confirma: Cada uno temerá a su madre y a su padre, y mis días de reposo guardaréis. Yo Jehová vuestro Dios”.
Ø  Así lo entendió y practicó el rey Salomón, quien al recibir la visita de su madre en el palacio “se inclinó ante ella” y la hizo sentar a la diestra de su trono (1 Reyes 2:19).
Ø  Con mucha razón entonces escribió más tarde: alégrense tu padre y tu madre, y gócese la que te dio a luz (Proverbios 23:25). Para el sabio, no hay edad en la que los padres no sean objeto de honra.
Ø  En Proverbios 23:22 instruyó: “cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies”.
Ø  Despreciar es cortar de tajo; en cambio, menospreciar es herir por partes. En cualquiera de los casos es despojarlos del valor que Dios les concedió. Despreciar es lo opuesto de “honrar”. Toda deshonra a los padres, según el pasaje del Antiguo Testamento, hace “maldito” al hijo que lo comete (Deuteronomio 27:16).
Ø  Toda maldad hecha contra los padres, es denigrante para el hijo que la practica. Advierte el verso bíblico: “El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad, compañero es del hombre destruidor” (Proverbios 28:24).

¿CÓMO HONRAR A LOS PADRES?

1.  Honrar a padre y a madre significa obedercerles
 “obedeced en el Señor a vuestros padres” (Efesios 6:1). La palabra “obedeced” significa “escuchar”. Ésta palabra se usaba para describir al portero que se aproxima a la puerta para escuchar cuidadosamente quién toca, y se refiere también a la capacidad para seguir estrictas instrucciones como las órdenes militares.
La obediencia de los hijos a los padres debe ser “en todo” (Colosenses 3:20). Felizmente, Efesios 6:1 contiene una aclaración: La obediencia de los hijos a los padres está limitada a lo que es “en el Señor”.
En otras palabras, ningún hijo está en la obligación de obedecer a sus padres cuando lo que se le pide va en contra de lo que Dios, “el Señor”, nos dice en su Palabra. En tales circunstancias, vale reconocer que es “necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29). Nuestra lealtad a Dios, nuestro Padre celestial, está por encima de nuestra lealtad a los padres terrenales y por encima de cualquier vínculo humano.
 Pero el pasaje en Efesios 6:1, ahora la segunda parte, aclara la razón de la obediencia: “porque esto es justo”. Tenemos una vida derivada de nuestros padres. Es justo y razonable entonces que les retribuyamos con la obediencia. La obediencia de hijos a padres es una expresión de equidad natural.

2.     Honrar a padre y a madre significa respetarlos 
El lenguaje que usamos, los gestos, el trato que les damos cuando fallan y se equivocan, todo debe estar saturado de total respeto. Sencillamente, no debemos ofender a nuestros padres bajo ninguna circunstancia. Cuando explicó este mandamiento, Jesús dijo: “Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente” (Mateo 15:4). Esto quiere decir que no darles a los padres el respeto debido es un asunto sumamente delicado. Maldecir incluye toda forma de irrespeto: desde herirles hasta mentirles, desde denigrarles hasta gritarles.

  1. Honrar a padre y a madre significa cuidarlos 
Además de tratar con buenas palabras a nuestros padres y de obedecerlos, hace falta ir a lo práctico, al tema de su sostén material, particularmente en su tercera edad. Pablo escribió: “Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, ellos deben ser los primeros en ayudarla en todas sus necesidades, así como ella antes los cuidó y ayudó” (1 Timoteo 5:4). Pablo invoca aquí el argumento de la remuneración para recordarnos a los hijos que nuestros padres ya nos pagaron por adelantado lo que nosotros debemos hacer hoy por ellos.

Mientras reflexionamos sobre este mandato de la ley de Dios, el primer mandamiento con promesa (Éxodo 20:12; Efesios 6:2), ascendamos la cuesta del Calvario con nuestros padres en mente. Y al llegar frente a las tres cruces, contemplemos y admiremos a Jesús, quien, aunque rodeado de negras penumbras, iluminó el futuro de su madre poniéndola bajo el cuidado del discípulo amado. E inspirados por este santo ejemplo, descendamos en búsqueda de nuestros padres y, con la ayuda de Dios, decidamos ser hijos e hijas amantes, como lo fue Jesús

jueves, 9 de agosto de 2012

DecisiOnes*

DECISIONES

Todos tomamos decisiones. Algunas sabias, otras no. Dios nos pide tomar decisiones eternas, y estas decisiones tienen consecuencias eternas.
Has hecho algunas malas decisiones en tu vida, ¿no es verdad? Te has equivocado al escoger a tus amigos, quizás tu profesión, u otros. Ahora miras hacia atrás y dices: «Si pudiera… si pudiera librarme de esas malas decisiones». ¡Puedes! Una buena decisión para la eternidad compensa miles de malas decisiones malas hechas en la tierra.
Tú tienes que tomar la decisión.
Desde que Jesús vino a la tierra, esta decisión ha estado disponible para nosotros. Y sin embargo nos admiramos de cómo algunos pueden decidirse por la vida eterna y algunos rechazarla. Nos admiramos de cómo dos hombres pueden ver al mismo Jesús, y uno de ellos burlarse de Él y el otro orar a Él. No sé cómo pudo ser eso, pero así lo hicieron.
Eso fue lo que sucedió en la cruz. Había otras dos cruces en la cima de la colina ese día, el día que Jesús murió. Dos criminales sufrían juntamente con Él la misma muerte. Y esas dos cruces nos recuerdan uno de los más grandes dones de Dios: El don de la decisión. Uno se decidió por Jesús, el otro simplemente se burló de Él. Las Escrituras revelan parte de la historia:
«Uno de los criminales que colgaba de la cruz lanzaba insultos a Jesús, diciéndole: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro criminal le reprendió y le dijo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; más éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» ( Lucas 23.39–43 ).
Cuando uno de los criminales que moría oró, Jesús le amó lo suficiente para salvarlo. Y cuando el otro se burló, Jesús le amó lo suficiente como para permitirle hacer eso.
Les permitió hacer su decisión.
Él hace lo mismo contigo.

‘Lo Hizo Por Ti’ -Max Lucado