O seguimos
las huellas de Cristo, o traicionamos nuestro propio nombre
Hechos 11:26
Una palabra de los Hechos de los
Apóstoles nos emociona hasta hacernos casi
llorar... Ha estallado en Jerusalén la primera persecución contra la
Iglesia naciente, a raíz de la muerte de
Esteban. Se dispersan los discípulos, y empieza a difundirse el Evangelio entre
las sinagogas judías del Asia Menor. Pero algunos discípulos, más audaces, llegan a Antioquía y predican a los
gentiles el nombre del Señor Jesús.
ANTIOQUÍA DE SIRIA
Antioquía, en Siria, era en
población y en importancia la tercera ciudad del Imperio, después de Roma y
Alejandría. En ella se funda la primera Iglesia entre los paganos, y va a jugar
un gran papel en la difusión del Evangelio.
Se enteran los Apóstoles en
Jerusalén, y encomiendan a uno, bien significado, esta misión delicada:
- Bernabé, marcha a Antioquía, e investiga a ver qué pasa allí.
Llega el enviado de los Apóstoles, ve las cosas, y no sale de su
admiración:
- Pero, ¿cómo es posible tanta gracia de Dios aquí? ¿Y cómo se han
multiplicado tanto los discípulos del Señor?
Los creyentes, a su vez, se sentían felices:
- ¡Gracias, porque los Apóstoles del Señor te han enviado a
nosotros! Te llamas Bernabé, que
significa “consuelo” y “exhortación”. ¡Y cómo nos consuelas y cómo nos animas!
Los creyentes van creciendo y multiplicándose, y Bernabé tiene un
gesto de consecuencias enormes. Marcha a Tarso, donde está el convertido Saulo:
- ¡Pablo, vente, vente conmigo! Vamos a Antioquía, que allí nos
espera una gran labor.
Todo un año se pasan los dos en esta Iglesia, predicando, animando
a todos. Y, ante la noticia de que los
hermanos de Jerusalén son víctimas del hambre que se ha echado por toda la Judea, estos discípulos de
Antioquía hacen una gran colecta, y mandan con ella a Bernabé y Pablo hasta
Jerusalén.
Lo entregan todo a los Apóstoles, diciéndoles con gozo:
- Tomad esta muestra de
amor de los cristianos de Antioquía.
- ¿Cristianos? ¿Qué es eso de Cristianos?...
- ¡Sí, Cristianos! Así nos han empezado a llamar los paganos en
Antioquía, porque no sabían qué nombre darnos. Y, por seguir a Jesús, se nos
quedó el mote…
SER CRISTIANO
Para algunos, ser “cristiano” es
primariamente cultural y tradicional, un título nominal heredado de una
generación previa, el efecto previo que implica evitar ciertos comportamientos
y asistir ocasionalmente a la iglesia.
Para otros, ser cristiano es principalmente
algo político, una búsqueda para defender valores morales en la plaza pública.
No obstante muchos definen el cristianismo en términos de una experiencia
religiosa pasada, una creencia general en Jesús o un deseo por ser una persona
buena. Sin embargo, todo esto cae
lentamente y muy por debajo de lo que realmente significa ser cristiano
desde la perspectiva bíblica.
Que alguien le llamara
“cristiano” (en griego, Christianoi)
era que le identificaban como discípulo de Jesucristo y lo asociaban con El
como su seguidor. De modo similar, los de la familia de Cesar se referían a
ellos mismos como Kaisarianoi,
los cristianos, en cambio, no daban su lealtad suprema a Roma o a cualquier
otro poder terrenal sino que toda su dedicación y adoración estaban solamente
reservadas para Jesucristo.
Por esto, SER CRISTIANO, EN EL SENTIDO REAL DEL TÉRMINO,
ES SER SEGUIDOR INCONDICIONAL DE CRISTO.
CRISTIANO, ES LA COSA MÁS HONORABLE QUE SE PUEDE SER EN ESTE
MUNDO.
CRISTIANO, ES EL NOMBRE QUE CON MÁS ORGULLO SE PUEDE PRONUNCIAR.
Lo que comenzó como un ridículo pronto se convirtió en una insignia de honor.
CRISTIANO, ES EL SELLO QUE MARCARÁ NUESTRO FÉRETRO GLORIOSO EN
NUESTRO ÚLTIMO DÍA.
CRISTIANO ES, SIN EMBARGO, EL TÍTULO MÁS COMPROMETEDOR QUE
OSTENTAMOS. O seguimos
Las huellas de Cristo, o
traicionamos nuestro propio nombre.
Cuando
nosotros nos llamamos cristianos, proclamamos al mundo que todo
sobre nosotros, incluyendo nuestra identidad personal misma, se cimenta en Jesucristo
porque nos hemos negado a nosotros mismos para seguirlo y obedecerlo. Él es en
tanto nuestro Salvador como nuestro Soberano y nuestras vidas se centran en
agradarlo a Él. Profesar el título es decir como el apóstol Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el
morir es ganancia” Filipenses 1:21; 1Pedro 4,16.