TRANSMISIONES EN AUDIO DE LOS CULTOS

viernes, 7 de septiembre de 2012

¿QUE SIGNIFICA HONRAR A NUESTROS PADRES EN NUESTROS DIAS?



Ø  Ayuda saber que en el idioma hebreo, la lengua original de este mandamiento, “honrar” (Kabad) a nuestros padres es reconocer que son personas enriquecidas de valor y personas de importancia.
Ø  En el Antiguo Testamento, honrar a los padres se consideraba algo tan sagrado y solemne como la observancia misma del santo sábado. Levítico 19:3 confirma: Cada uno temerá a su madre y a su padre, y mis días de reposo guardaréis. Yo Jehová vuestro Dios”.
Ø  Así lo entendió y practicó el rey Salomón, quien al recibir la visita de su madre en el palacio “se inclinó ante ella” y la hizo sentar a la diestra de su trono (1 Reyes 2:19).
Ø  Con mucha razón entonces escribió más tarde: alégrense tu padre y tu madre, y gócese la que te dio a luz (Proverbios 23:25). Para el sabio, no hay edad en la que los padres no sean objeto de honra.
Ø  En Proverbios 23:22 instruyó: “cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies”.
Ø  Despreciar es cortar de tajo; en cambio, menospreciar es herir por partes. En cualquiera de los casos es despojarlos del valor que Dios les concedió. Despreciar es lo opuesto de “honrar”. Toda deshonra a los padres, según el pasaje del Antiguo Testamento, hace “maldito” al hijo que lo comete (Deuteronomio 27:16).
Ø  Toda maldad hecha contra los padres, es denigrante para el hijo que la practica. Advierte el verso bíblico: “El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad, compañero es del hombre destruidor” (Proverbios 28:24).

¿CÓMO HONRAR A LOS PADRES?

1.  Honrar a padre y a madre significa obedercerles
 “obedeced en el Señor a vuestros padres” (Efesios 6:1). La palabra “obedeced” significa “escuchar”. Ésta palabra se usaba para describir al portero que se aproxima a la puerta para escuchar cuidadosamente quién toca, y se refiere también a la capacidad para seguir estrictas instrucciones como las órdenes militares.
La obediencia de los hijos a los padres debe ser “en todo” (Colosenses 3:20). Felizmente, Efesios 6:1 contiene una aclaración: La obediencia de los hijos a los padres está limitada a lo que es “en el Señor”.
En otras palabras, ningún hijo está en la obligación de obedecer a sus padres cuando lo que se le pide va en contra de lo que Dios, “el Señor”, nos dice en su Palabra. En tales circunstancias, vale reconocer que es “necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29). Nuestra lealtad a Dios, nuestro Padre celestial, está por encima de nuestra lealtad a los padres terrenales y por encima de cualquier vínculo humano.
 Pero el pasaje en Efesios 6:1, ahora la segunda parte, aclara la razón de la obediencia: “porque esto es justo”. Tenemos una vida derivada de nuestros padres. Es justo y razonable entonces que les retribuyamos con la obediencia. La obediencia de hijos a padres es una expresión de equidad natural.

2.     Honrar a padre y a madre significa respetarlos 
El lenguaje que usamos, los gestos, el trato que les damos cuando fallan y se equivocan, todo debe estar saturado de total respeto. Sencillamente, no debemos ofender a nuestros padres bajo ninguna circunstancia. Cuando explicó este mandamiento, Jesús dijo: “Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente” (Mateo 15:4). Esto quiere decir que no darles a los padres el respeto debido es un asunto sumamente delicado. Maldecir incluye toda forma de irrespeto: desde herirles hasta mentirles, desde denigrarles hasta gritarles.

  1. Honrar a padre y a madre significa cuidarlos 
Además de tratar con buenas palabras a nuestros padres y de obedecerlos, hace falta ir a lo práctico, al tema de su sostén material, particularmente en su tercera edad. Pablo escribió: “Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, ellos deben ser los primeros en ayudarla en todas sus necesidades, así como ella antes los cuidó y ayudó” (1 Timoteo 5:4). Pablo invoca aquí el argumento de la remuneración para recordarnos a los hijos que nuestros padres ya nos pagaron por adelantado lo que nosotros debemos hacer hoy por ellos.

Mientras reflexionamos sobre este mandato de la ley de Dios, el primer mandamiento con promesa (Éxodo 20:12; Efesios 6:2), ascendamos la cuesta del Calvario con nuestros padres en mente. Y al llegar frente a las tres cruces, contemplemos y admiremos a Jesús, quien, aunque rodeado de negras penumbras, iluminó el futuro de su madre poniéndola bajo el cuidado del discípulo amado. E inspirados por este santo ejemplo, descendamos en búsqueda de nuestros padres y, con la ayuda de Dios, decidamos ser hijos e hijas amantes, como lo fue Jesús

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